Ya son 200 los establecimientos que están dentro del programa, los que han mejorado sus indicadores de aprendizaje, respecto al resto de los colegios. La crisis del coronavirus les puso un nuevo desafío para continuar enseñando, en algunos casos sin conectividad a internet.
El 21 de mayo del 2010, al inicio de su primer gobierno, el Presidente Sebastián Piñera anunció la creación de los Liceos Bicentenario, un proyecto que transformaría colegios públicos en establecimientos de excelencia, gracias a una inyección de recursos para que mejoren su infraestructura y calidad de enseñanza.
“Así, el efecto multiplicador que han tenido los mejores colegios públicos, como el Instituto Nacional o el Carmela Carvajal, llegará a todo el país, y no sólo a Santiago”, dijo el mandatario en su discurso, anunciando que comenzarían con 15 establecimientos y llegarían a 60.
A 10 años del inicio del proyecto, los Liceos Bicentenario se han multiplicado. Los primeros 60 recintos sumaban casi 52 mil alumnos y en 2018, en su segundo gobierno, se integraron 40 liceos más, todos técnicos profesionales, con casi 32 mil estudiantes. Y el año pasado comenzó la incorporación de 100 nuevos establecimientos, con una matrícula de 47 mil niños.
Según el Mineduc, los indicadores dan muestra de lo logros que tuvo el proyecto: los alumnos de 2° medio aumentaron en 14% su puntaje en el Simce de Matemática desde 2010, mientras que el promedio nacional solo aumentó 1% y los liceos emblemáticos cayeron en 10%. Además, de los 20 colegios públicos que tuvieron mejor resultado en la PSU 2020, la mitad son Bicentenario y cuatro son emblemáticos.
Esto se traduce en un mayor interés de las familias por ingresar a estos establecimientos. De acuerdo al ministerio, el año pasado hubo nueve postulantes por cada cupo libre que estos liceos tenían en 1° medio, mientras que el resto de los colegios públicos hubo menos de un interesado por cupo.
“Esto demuestra que cuando se trabajan las altas expectativas en las comunidades educativas, con voluntad y liderazgo, es posible mejorar los resultados y oportunidades para los estudiantes, independiente de su contexto de origen”, dice Raimundo Larraín, jefe de División de Educación General del Mineduc.
Al igual que en todos los colegios del país, el trabajo de los Liceos Bicentenario se vio interrumpido de golpe por la pandemia del coronavirus, que obligó a suspender las clases hace ya más de 10 semanas. Pero los recintos han buscado métodos para seguir enseñando.
Por ejemplo, el Liceo Bicentenario Camilo Henríquez (Lanco), que es técnico-profesional, realizó un diagnóstico de conectividad de sus alumnos y luego definió horarios de trabajo, de tres asignaturas por día, y desde las 15.00 horas trabajan con profesores en línea. Además, cada guía está acompañada de videos o audios explicativos. El objetivo es que aprendan en la medida de lo posible.
En el Liceo Bicentenario de Electrotecnia Ramón Barros Luco (La Cisterna) están trabajando con Google Classroom y le envían material físico a los alumnos que no tienen conexión a internet. Incluso reinventaron su laboratorio tecnológico, el que ahora sirve para fabricar mascarillas en impresoras 3D.
También se están haciendo esfuerzos en comunas tan lejanas como Río Ibáñez. En el Liceo Bicentenario Rural Cerro Castillo, la mayoría de los alumnos son del campo, donde no hay internet, por lo que están trabajando con la radio local Aluén de Cerro Castillo, donde un profesor lee las guías y resuelve dudas: los martes son para la enseñanza básica y los miércoles para la enseñanza media.
Otros recintos se han volcado a ayudar a la comunidad. En el Liceo Bicentenario Manuel Montt (Victoria), donde casi todos los alumnos son vulnerables, los docentes crearon túneles sanitizadores con sensor automático para la comuna, gracias a sus especialidades en construcción y electrónica, mientras usan las plataformas web para impartir los contenidos.
De este colegio egresó Ghieslaine Pirce, quien estudió Técnico en Enfermería y hoy trabaja en el hogar de ancianos de la comuna, atendiendo a más de 20 adultos mayores. “Ha sido súper difícil, nos encerramos con ellos 14 días, era algo totalmente nuevo, nos adaptamos. Ya no nos consideramos compañeros de trabajo, somos una familia”, dice.
Para el ministro de Educación, Raúl Figueroa, casos como el de ella, “que hoy está al pie del cañón ayudando en esta pandemia, representan el espíritu de los Liceos Bicentenario. El sello que se busca instalar no solo dice relación con la calidad de la enseñanza, sino que también con la promoción de valores como la responsabilidad, el sentido de comunidad y el compromiso social”.
Si bien los Liceos Bicentenario han dado “un salto” en cuanto a calidad de enseñanza, su implementación no estuvo libre de críticas. Por ejemplo, en un inicio se cuestionó que las mejoras no llegasen a todos los colegios del país y los mismos establecimientos beneficiados lamentaron que el proyecto no fuese una política de Estado, con continuidad en el tiempo.
El exsecretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación y asesor de la Unesco, Carlos Henríquez, valora que estos liceos tengan avances, pero advierte que la labor del Estado es buscar “que todos los colegios puedan dar el salto, que es algo en lo que estamos todos de acuerdo en política educativa”.
Además, cuestiona que se haya ligado a los Liceos Bicentenario a un proceso de selección de alumnos. “Los colegios han mejorado, pero el mérito es mayor para los colegios que lo hicieron sin seleccionar a sus alumnos por rendimiento. Los colegios que no seleccionan y logran buenos resultados, tienen un mayor mérito”, plantea.
Fuente: La tercera